KETUPAT MARAVILLOSO (WONDERFUL)

Segundo día de Eid al-Fitr.

Después de la oración del alba, papá, mamá y mi hermana menor, Emma, partieron rumbo a Bogor para visitar a la familia de mi madre. Ya antes les había dado una explicación para no acompañarlos.

—Mis amigos de fuera de la ciudad vendrán a casa. Además, ¡son cristianos, Pa! —fue la excusa que preparé con anticipación.

Mentí. La verdad es que, como trabajadora en un banco estatal, sí tengo amigos de diferentes religiones, pero esta vez solo buscaba una salida.

Papá solo asintió, aceptando mi decisión sin más preguntas.

Desde que el auto Innova del 2017 desapareció en la curva del complejo Villa Cendana, cerré el portón y la puerta principal. Así todos sabrían que ese día no recibiríamos visitas.

Encendí la música. La voz suave y rasposa de Eric Clapton comenzó a llenar la casa con You Are Wonderful Tonight.

Me apuré con mi ritual de limpieza. Tenía que estar completamente limpia y perfumada. Hoy era un día muy especial. Todo debía serlo. Me puse un vestido blanco y largo, con un velo del mismo color, decorado con pequeños girasoles.

Todo armonizaba con mi sonrisa, ahora realzada por un labial rojo suave.
Una hora pasé frente al espejo, perfeccionando cada detalle de mi rostro y mi atuendo. I have to be the most wonderful today, pensé.

Cuando estuve lista me quede un instante más ante mi reflejo. Sonreí con dulzura. Nunca antes había visto a Dinda tan hermosa.

You are wonderful, Dinda! —murmuré después de dar varias vueltas, observándome desde todos los ángulos.

Deseaba escuchar esas palabras de Emre Kevilcim, el joven turco que conocí tres años atrás durante un viaje de investigación bancaria a Ankara. Nos conocimos en la sala de espera de un banco.

Yo llevaba una blusa batik y una falda turquesa hasta la rodilla, con un velo azul huevo de pato adornado con un girasol.

Él fue quien inició la conversación:

From Indonesia? —preguntó.

Desde entonces, solo podía mirar sus labios y sus ojos melancólicos.

No recuerdo con claridad de qué hablamos durante esos treinta minutos. Me contó de su visita a Indonesia con sus amigos mientras estudiaba Ingeniería en la Universidad Técnica de Medio Oriente (METU), en Ankara. Dijo que tenía una prenda batik igual a la mía, comprada en el mercado Gede de Solo.

Desde que me habló, algo en mi mente le otorgó un crédito de confianza: You are wonderful. Pensé que sería el cliente ideal de mi amor. Así lo sentí.

Sin darme cuenta, le pedí su número y le envié un mensaje por WhatsApp para asegurarme de que era correcto. Desde entonces, no dejamos de hablar. Hasta el segundo día del Eid de ese año. Y ese día decidió conocer a mi familia.

Yo había mantenido nuestra relación en secreto. Sabía que un romance intercultural, internacional y a distancia no sería fácil. Quería que todo fuera wonderful antes de presentarlo ante mis padres. Cada vez que mamá mencionaba el tema del matrimonio, yo le respondía que estaba concentrada en mi carrera.

Del espejo pasé a la mesa del comedor.
Saqué las velas y flores guardadas en una caja de zapatos dentro del aparador.
Extendí un mantel blanco impecable. Coloqué solo dos platos blancos, y aparté las otras sillas. Solo dejé dos. Puse la vela a la izquierda, y un ramo de rosas amarillas a la derecha. Nos sentaríamos uno frente al otro. En el centro de la mesa, coloqué cinco ketupat.

Durante un mes, practiqué cómo tejer ketupat. Comencé con papel cortado en tiras.

A veces mis compañeros de oficina se burlaban:

—¡Qué complicada eres, Din! ¡Cómpralos mejor, y de paso ayudas a las vendedoras del mercado! ¡Haz algo de labor social!

Yo solo sonreía y seguía practicando.

Dos semanas antes del Eid, empecé a usar hojas de coco reales. Al volver del trabajo, me sentaba tranquilamente a tejer mientras Eric Clapton sonaba de fondo. Mis ojos seguían los movimientos de las hojas entre mis dedos, pero mi mente volaba con Em, allá en Ankara.

Una semana antes del Eid comencé a cocer los ketupat, rellenándolos con arroz mezclado con coco. La primera vez, quedaron como una masa espesa. La segunda, el aroma no era tan tentador.

Tres días antes del Eid, papá le pidió a mamá que encargara ketupat como los que había probado el fin de semana anterior. Ella me sonrió, orgullosa. Su expresión decía: Ketupatmu, número uno.

Quería preparar mis mejores ketupat. Limpié las hojas con un paño húmedo y caliente, hasta que brillaban bajo la luz de las velas. El aroma del coco era suave. Todo ese día era wonderful.

Escogí el ketupat como mi platillo especial para recibir a Emre, porque tiene un profundo significado. Le explicaría que es un alimento típico del Eid, introducido por Sunan Bonang, uno de los nueve santos del islam en Java durante el siglo XV.

Em seguramente no sabía que Indonesia tiene una larga historia con el islam. Le hablaría un poco sobre estos santos y cómo difundieron la fe en el archipiélago. Solo sabía lo básico, pero papá —egresado del internado islámico Tebu Ireng— se lo explicaría con detalle. En inglés, claro.

De hecho, todo lo que sé del ketupat lo aprendí de papá. Un día, mientras practicaba tejer las hojas de coco, me dijo:

—El ketupat tiene un significado, hija. Proviene de la frase en javanés ngaku lepat, que significa ‘reconocer los errores’. Durante el mes de Ramadán, confesamos nuestras faltas ante Dios y los demás, para que nuestro corazón quede limpio al llegar el Eid. Un corazón sin rencor. Puro. No basta con vestir de blanco; el corazón también debe estarlo. Por eso nos pedimos perdón mutuamente.

Aquellas palabras me llenaron de entusiasmo. Quería que Em supiera que Indonesia ama al islam y también a sus tradiciones cargadas de sentido.

El momento estaba por llegar, pensé.

El vuelo de Turkish Airlines TA 007, de Esenboğa a Soekarno-Hatta, llegaría a las 7:00 hora local. Ya le había explicado que desde el aeropuerto a mi casa, en Villa Cempaka, Tangerang, solo le omaría unos 20 minutos. Le dije que pidiera un taxi Blue Bird en el mostrador de salida.

Justo cuando la vela blanca se encendió, recibí un mensaje por WhatsApp:“Aku sudah di taxi”, acompañado de una foto del coche. El reloj de la cocina marcaba las 7:40.

Miré una vez más la mesa. Wonderful!

Corrí a mi habitación y volví a mimarme frente al espejo. Retoqué todo: cabello, cejas, mejillas, cada detalle de mi rostro. Wonderful! Me aseguré de tener un aliento neutro. Mi vestido blanco lucía perfecto desde todos los ángulos. Giré aquí, giré allá.

Eric Clapton seguía cantando su maravillosa canción.

Pasaron casi treinta minutos frente al espejo sin notarlo. Salí del cuarto. Escuché un auto detenerse frente a la casa. Mi corazón se aceleró. El portón sonó. Mi corazón latió aún más fuerte.

—¡Assalamualaikum!

Esa voz me hizo olvidar que Eric Clapton seguía sonando. Abrí la puerta con delicadeza. Al hacerlo, mi mirada voló a abrazar a Em. Di unos pasos, llevando conmigo una enorme nostalgia, hacia el que sería mi compañero de oración.

Me miró.

You are wonderful —murmuró.

Bajé la vista y tomé su maleta, para meterla a la casa, sin decir palabra. Pero sentí cómo una lágrima rodaba por mi mejilla. La alegría contenida se transformó en una ternura nostálgica.

Lo invité a pasar. Solo Eric Clapton nos acompañaba. Em se quitó los zapatos. Cerré la puerta y dejé su maleta cerca del sofá. Lo guié hasta el comedor.

Sonrió. Sus labios temblaban. Nos hablábamos solo con la mirada. Sus ojos no dejaban de mirarme.

Ojalá esa mirada dure mientras yo respire, pensé.

Le ofrecí asiento. Realicé el ritual de cortar el ketupat y lo puse en su plato.
Fui a la cocina por un poco de opor ayam y lo serví a su lado.

Me senté. Esperé a que probara mi ketupat maravilloso. Em tomó la cuchara, luego el tenedor. Acercó el ketupat a su rostro y lo olió suavemente. Tomó un bocado y lo llevó con calma a su boca.

Ahora era yo quien no podía apartar la vista de cada movimiento de sus manos. Después de ese primer bocado, mi corazón se detuvo.

Me miró.

Nuestras miradas se encontraron. Sentí mi corazón latir y el aire entrar suave en mis pulmones.

Solo Eric Clapton seguía sonando.

Wonderful.

Sus labios lo dijeron sin emitir sonido.

 

Advent Tambun
30 de junio de 2022último día de redacció del libro de cuentos para el G-20

Traducción y revisión: Alejandro Martínez Ramos

 

Check Also

VIDEO BELAJAR BAHASA SPANYOL DASAR

PERTEMUAN 1 . . PERTEMUAN 2 . . PERTEMUAN 3 . . PERTEMUAN 4 . …

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *