Esperando a Sofía, la Chica Amante del Café

El día más esperado no ocurrió.

Todo empezó hace siete días cuando Arief, el barista de cafetería Ngopi Bareng vio a la chica de la camiseta con hijab de motivo floral venir a pedir un single origin.

Como barista, Arief había atendido a cientos, incluso a miles de peticiones de café durante sus dos años y medio trabajando en Ngopi Bareng. Su carácter abierto, sonriente y narrador era una clara ventaja de este licenciado en psicología por una de las universidades privadas de la ciudad de Salatiga. Aplicaba sus conocimientos de psicología a su profesión de barista.

Poco a poco, Arief iba conociendo el carácter de sus clientes. Ya tenía sus propios trucos para que los clientes volvieran al día siguiente.

Sofía era una clienta que llamó la atención de Arief. Sofía siempre venía con una hijab de motivo floral.

El primer día que Sofía vino a Ngopi Bareng, Arief no estaba nada entusiasmado por trabajar ese día, porque no era su trabajo, pero tuvo que venir porque una de las camareras estaba enferma.

“Me gusta esta tienda”, dijo Sofía brevemente tras tomar asiento en un taburete alto frente a la barra.

“Me gusta la foto “, dijo, señalando un cartel de 70 x 100 cm con la foto de una abuela recogiendo frutas de café.

“¿Qué desea tomar?”, preguntó Arief para abrir la conversación de barista-cliente.

Sofia no se lo respondió de inmediato.

“¡Vaya… tenéis una gran colección de café, eh!”, elogió mientras miraba el pequeño armario lleno de botellas de cafés.  Había más de 20 jarrones.

“¿Quiere probar uno de ellos?” le preguntó Arief.

Sofía seguía sin responder a la pregunta.

“¿Cuánto tiempo llevas aquí de barista?” preguntó Sofía sin tono.

“Desde el principio, hace dos años”, respondió Arief brevemente mientras sus ojos miraban a la puerta principal de la tienda esperando que viniera alguien más. Sofía pareció entender el lenguaje corporal de Arief para que hiciera inmediatamente un pedido.

“Quiero tomar el café que te gusta, ” dijo Sofía con calma.

Luwak Raja Samosir*. Nivel tostado de medio a oscuro”.

Arief dio una breve explicación tras coger la botella y la mostró a su nueva cliente. Sofia la cogió ágilmente, la abrió y la olió.

“Wowww… el aroma es muy fuerte,” lo respondió después de oler dos o tres veces la botella de café con una etiqueta de Luwak Raja Samosir.

Con manos expertas, Arief puso en el molinillo unas cucharadas de café tostado de Luwak Raja Samosir.

“Pongo diez gramos de café y pongo el agua de unos quince milímetros.

Así se conocieron Arief y Sofía hace una semana. Después de ese día, todas las noches Sofía no dejaba de venir a Ngopi Bareng. Había probado siete tipos de café desde aquel primer día, mientras se sentaba a la mesa del bar durante una hora y hablaba de café con Arief.

Sofía se sentía afortunada y al mismo tiempo en deuda con Ngopi Bareng. Cuando estaba a punto de pagar la cuenta de su primera taza en _Ngopi Bareng_ Arief encontró la forma de obligarla a convertirse en cliente habitual.

“Tranquilo, no hace falta que pague. Llegaste en el momento más oportuno esta noche. Trajiste la fortuna a Ngopi Bareng, “explicó Arief.

Esta clave afirmación se convirtió al instante en una estrategia comercial de primer orden para conseguir clientes recurrentes. Una pequeña pérdida al principio, pero un beneficio gradual al día siguiente.

Evidentemente, los días siguientes Sofía vino de vez en cuando con algunas de sus amigas. Sofía se convirtió en marketing de Ngopi Bareng que no ganaba nada en absoluto de ese servicio prestado.

Arief aplicó valiosas lecciones del libro How To Win Friends de Dale Carnegie, para conseguir nuevos clientes. Dio una explicación muy auténtica cuando Sofía cuestionó la taza de café gratis.

Desde entonces, todas las siete en punto Sofía aparecía en la puerta de la tienda y le dedicaba a Arief una dulce sonrisa.

El segundo día, Arief ya había conseguido el número de teléfono de Sofía. Antes de venir, Sofía siempre enviaba un breve mensaje para asegurarse de que Arief trabajaba esa noche.

Al tercer y cuarto día, empezaron a contar chistes de adolescentes. El quinto día, la charla de café continuó en WA.

Al sexto día, Arief se dio cuenta de que encontraba algo difícil de describir cada vez que Sofía abría la puerta de la tienda y se acercaba a la mesa del bar.

El séptimo día.

Arief ya había elaborado un hermoso plan en su mente. Iba a ofrecer a Sofia para que llevara a su casa en su moto. Quería conocerla mejor. Había limpiado y abrillantado su moto Honda modificada. Por la mañana le habían cortado el pelo. Había traído una camisa nueva para ponérsela cuando llevara a Sofía. Había preparado perfume con aroma de café.

Pero el plan del séptimo día nunca ocurrió.

Las siete y siete minutos. Sofía no apareció en la puerta de Ngopi Bareng. Arief puso el pensamiento positivo: tal vez un profesor había llegado tarde, por lo que los alumnos del máster en Tecnología de los Alimentos no habían podido salir. El segundo día de su reunión, Arief ya conocía esta información. También sabía que Sofía se disponía a continuar sus estudios de doctorado en Francia.

El reloj de pared de Ngopi Bareng, marcaba las nueve. Asimismo, el reloj de la mano de Arief mostraba el mismo número. Sofía aún no ha aparecido, ni ha habido ninguna comunicación vía WhatsApp.

Sofía no apareció cuando Arief se quitó el delantal…..

 

 

*Café Luwak es café cosechaba por un animal nocturno, chiveta (luwak en indonesio). Se mueven de noche, arrastrándose por las ramas de los árboles de robusta y arabusta híbrida, olfateando las dulces cerezas rojas del café y seleccionando sólo las más sabrosas. Después de masticar el exterior afrutado, se tragan las duras entrañas. Se llama kopi luwak, de las palabras indonesias “café” y “civeta”, y cuando llega a las estanterías de los elegantes emporios de alimentación extranjeros, los devotos llegan a pagar hasta 600 dólares por medio kilo, si es que pueden encontrar esa cantidad. Se dice que la familia real británica disfruta bebiéndolo. Una sola taza puede venderse por 30 dólares en un hotel de cinco estrellas de Hong Kong…

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